La Señora contraria
Colorín colorado, una señora que se llamaba contraria.
Su casa tenía el techo de color negro y un zócalo rojo.
Su perro había levantado un nido en lo alto de uno de los árboles del patio y el canario se ocupaba de cuidar su propiedad.
Con frecuencia lucía un gran zapato en la cabeza y calzaba un par de sombreros adornados con flores de terciopelo.
La señora Contraria cenaba muy temprano en la mañana y desayunaba muy tarde en la noche.
A menudo viajaba por su cuarto y encerrada entre esas cuatro paredes emprendía excursiones alrededor del mundo.
La señora Contraria hablaba para dentro y pensaba para afuera.
Usaba un reloj que caminaba para atrás y celebrada la fiesta de Año Nuevo todas las noches, de todas las semanas, de todos los meses, de todos los años.
Los domingos en la noche, salía a pasear provista de una enorme sombrilla para protegerse de los rayos de la luna.
Y cuando en medio de su paseo nocturno se encontraba con un amigo, no le decía buenas noches, sino noches buenas.
Pasó el tiempo y pasó el tiempo y al final la señora Contraria no se murió de viejita sino de niñita.
La señora se llamaba Contraria y erase que se era.
Jairo Aníbal Niño
Su casa tenía el techo de color negro y un zócalo rojo.
Su perro había levantado un nido en lo alto de uno de los árboles del patio y el canario se ocupaba de cuidar su propiedad.
Con frecuencia lucía un gran zapato en la cabeza y calzaba un par de sombreros adornados con flores de terciopelo.
La señora Contraria cenaba muy temprano en la mañana y desayunaba muy tarde en la noche.
A menudo viajaba por su cuarto y encerrada entre esas cuatro paredes emprendía excursiones alrededor del mundo.
La señora Contraria hablaba para dentro y pensaba para afuera.
Usaba un reloj que caminaba para atrás y celebrada la fiesta de Año Nuevo todas las noches, de todas las semanas, de todos los meses, de todos los años.
Los domingos en la noche, salía a pasear provista de una enorme sombrilla para protegerse de los rayos de la luna.
Y cuando en medio de su paseo nocturno se encontraba con un amigo, no le decía buenas noches, sino noches buenas.
Pasó el tiempo y pasó el tiempo y al final la señora Contraria no se murió de viejita sino de niñita.
La señora se llamaba Contraria y erase que se era.
Jairo Aníbal Niño